Los castores son conocidos por ser uno de los animales más trabajadores del reino animal. Construyen complejos diques y represas para controlar el flujo del agua en ríos y arroyos, lo que crea nuevos ecosistemas acuáticos y proporciona un hábitat para otras especies. Además, estos animales tienen habilidades y comportamientos únicos que han intrigado a científicos y observadores durante varios años.
En este artículo, exploraremos seis curiosidades fascinantes sobre los castores. Desde su capacidad para cambiar el curso de los ríos hasta sus dientes naranjas y su inusual hábito de almacenamiento, descubriremos algunos de los secretos de estos animales ingeniosos y laboriosos. Prepárate para aprender más sobre estos animales fascinantes y sorprendentes. Estos adorables animales son ideales para comprar un peluche de castor.
Excelentes ingenieros
Los castores son considerados excelentes ingenieros debido a su habilidad para construir complejas estructuras en los ríos y arroyos donde viven, generando un ambiente ideal para ellos y otras especies. Las represas de castores son particularmente impresionantes, ya que están hechas de ramitas, ramas y lodo.
El paso a paso es que los castores se dedican a cortar troncos de árboles con sus afilados dientes para llevarlos a su represa, y posteriormente, rellenan los huecos con lodo y ramitas pequeñas, sellando la represa y evitando cualquier fuga de agua. Su tamaño varía, aunque el promedio de estas estructuras puede llegar a ser de hasta 10 metros de ancho y 5 metros de alto. Además, pueden construir lodazales, los cuales les permiten tener acceso a agua durante todo el año, o también, pueden usarlos como refugio o lugares de almacenamiento.
Tienen un gran apetito
Los castores necesitan consumir grandes cantidades de alimentos para mantener su energía y su temperatura corporal en climas fríos. Se alimentan principalmente de la corteza, hojas, brotes, ramitas, raíces y plantas acuáticas, aunque también pueden comer pequeños animales como peces y ranas de ser necesario. En promedio, un castor puede consumir alrededor de un tercio de su peso corporal en alimentos cada día. Durante el invierno, los castores pueden almacenar ramitas y ramas debajo del agua, cerca de la entrada de su madriguera, para asegurarse de tener suficiente alimento durante los meses de escasez.
Sus dientes nunca paran de crecer
Los dientes de los castores son uno de los rasgos más distintivos de esta especie y, a diferencia de los humanos, nunca dejan de crecer. Los castores tienen cuatro dientes incisivos muy fuertes que utilizan para morder la corteza de los árboles y ramas para construir o alimentarse. Estos dientes crecen aproximadamente 12 centímetros por año, por lo que es importante que los castores los desgasten mordiendo madera y otros materiales duros, de lo contrario, sus dientes pueden crecer demasiado y afectar su capacidad para comer y construir, poniendo en peligro su supervivencia.
Apariencia única
Los castores en España y el resto del mundo tienen una apariencia única que los hace fácilmente reconocibles, por lo general, tienen un tamaño mediano, con cuerpos robustos y patas cortas pero fuertes. Su pelaje es suave y grueso, con una amplia variedad de colores y una textura aceitosa que los ayuda a mantenerse secos debajo del agua, además, suelen tener una mancha distintiva en el pecho o la cara.
Su forma física está adaptada perfectamente a su estilo de vida semiacuático y a su papel como ingenieros del ecosistema. Tienen patas traseras palmeadas que les permiten bucear y nadar sin problema. Por otro lado, sus patas delanteras son más cortas, pero tienen garras afiladas que les ayudan a excavar y construir. Por último, el castor tiene una cola ancha, larga y plana, que funciona como un timón al nadar o un poderoso martillo al construir.
Tienen muy buen oído y olfato
Aunque los castores no tienen una vista excepcional, tienen un sentido del oído muy desarrollado, que les permite detectar rápidamente cualquier peligro cercano, y no solo eso, ya que su fisiología está adaptada con una capa protectora en sus oídos que ayuda a mantener el agua fuera mientras nadan. Además, los castores tienen un sentido del olfato muy agudo, que les permite detectar la comida y los peligros a distancia.
Los castores tienen glándulas odoríferas cerca de su ano que producen una sustancia aceitosa y aromática llamada castóreo, la cual utilizan para marcar su territorio y comunicarse con otros castores. Y no solo eso, ya que en su hocico han desarrollado pelos especializados llamados vibrisas, los cuales detectan las vibraciones en el agua, ayudándoles a nadar sin preocupaciones en circunstancias de poca visibilidad.
El mayor depredador del castor es el ser humano
Durante la época de colonización de América del Norte, los castores fueron cazados en grandes cantidades por su piel y su carne, lo que llevó a una disminución drástica de su población. Pero eso no es todo, ya que los humanos también han alterado y destruido los hábitats naturales de los castores mediante la construcción de presas, la urbanización y la tala de bosques, lo cual ha llevado a una disminución aún mayor de las poblaciones de castores en muchas partes del mundo.
Afortunadamente, en muchos lugares se han implementado medidas de conservación para proteger a los castores y sus hábitats naturales. Por ejemplo, en España existe un gran apoyo a la creación de reservas naturales y áreas protegidas donde los castores puedan vivir y desarrollarse sin ser molestados por la actividad humana.