Dentro del universo vinícola existen multitud de clasificaciones que atienden a los mil y un matices propios de los diferentes tipos de vinos del mercado. Su origen, añada o su proceso de elaboración, por ejemplo, suelen ser cuestiones claves a la hora de incluirlos o no dentro de una categoría determinada. 

Los vinos dulces, por ejemplo, destacan por su exquisita suavidad y dulzura, pero ¿Tienes claras cuáles son sus señas de identidad? ¿Cómo saber si un vino es dulce o si estas propuestas tienen algo que ver con algunos de los tipos de vinos secos más populares? A continuación, vamos a mostrar toda la información y datos sobre lo que debes saber sobre los vinos dulces.

¿Qué son los vinos dulces?

Los vinos dulces son aquellos que presentan un contenido perceptible de azúcar residual, lo que le confiere una dulzura notable en boca. De hecho, según la definición oficial, un vino dulce debe contener una concentración de azúcar residual superior a 45 gramos por litro de vino.  

Características de los vinos dulces

La dulzura perceptible en boca, que envuelve al paladar con una sensación suave y aterciopelada es, con diferencia, una de las señas de identidad más reconocibles de los vinos dulces. Aunque lo que realmente seduce de ellos es su equilibrio entre azúcares naturales y acidez refrescante. 

Las uvas utilizadas para elaborar muchos de los distintos tipos de vino dulce suelen ser maduras y con alto contenido de azúcares, como la Moscatel o la Pedro Ximénez. Además, pueden experimentar procesos de sobremaduración o ser afectadas por la noble podredumbre, potenciando aún más su dulzura y complejidad aromática. 

Tipos de vinos dulces

La concentración de azúcar es el punto de partida para resolver la cuestión de cómo saber si un vino es dulce. Pero de la forma en cómo termine en el vino dependerá saber si estamos ante uno u otro tipo de vino dulce. En esencia, podemos distinguir entre vinos dulces naturales y vinos naturalmente dulces. Mientras que en los primeros la fermentación se detiene mediante técnicas de adición de alcohol o refrigeración, en los segundos la dulzura proviene de las uvas mismas, ya sea por sin intervención humana para detener la fermentación.

Un ejemplo de vino dulce natural es el Oporto Late Bottled Vintage portugués, durante cuya fermentación se añade aguardiente para detenerla, dejando azúcar residual en el vino final. Aunque siguen sus propias reglas, dentro de los espumosos, algunos cavas también podrían considerarse vinos dulces dado que no dejan de ser vinos a los que se añade un licor de expedición con melazas para darles dulzor.

Si hablamos de vinos naturalmente dulces, el Moscatel de Valencia es un ejemplo muy popular. Las uvas Moscatel utilizadas para su elaboración tienen un alto contenido de azúcar natural, lo que le convierte en un vino dulce sin necesidad de intervención durante la fermentación.

Vinos dulces vs vinos secos

Mientras que los vinos dulces conservan una cantidad perceptible de azúcar no fermentada, los vinos secos completan la fermentación, convirtiendo todo el azúcar en alcohol. Esta diferencia se refleja en su sabor y textura, siendo los vinos dulces más suaves y sedosos en comparación con los secos, que pueden presentar una mayor acidez y estructura. En cualquier caso, al degustar un vino, el paladar detectará de inmediato su dulzura o sequedad, revelando así su perfil sensorial.