Cada año, millones de personas alrededor del mundo esperan con entusiasmo la llegada del Black Friday, un viernes de noviembre en el que las tiendas rebosan de descuentos y las páginas web colapsan por la cantidad de pedidos. Sin embargo, pocas personas se detienen a pensar de dónde viene ese nombre tan peculiar. ¿Por qué “Viernes Negro”? ¿Qué tiene de oscuro un día dedicado a las compras y la euforia comercial? La historia detrás del término es mucho más curiosa y sorprendente de lo que muchos imaginan, teniendo raíces que se remontan mucho antes del auge del comercio electrónico.
Hoy, el Black Friday simboliza el inicio de la temporada de compras navideñas y un auténtico fenómeno económico. Plataformas como Real Plaza con su Black Friday, grandes marcas internacionales o pequeños comercios aprovechan la fecha para ofrecer descuentos agresivos, y los consumidores la esperan como una oportunidad para adquirir productos a precios irresistibles. Pero su origen dista mucho del glamour y las ofertas que lo caracterizan en la actualidad. En realidad, el término surgió por razones muy diferentes, vinculadas al caos, al desorden y, en cierto modo, a la desesperación.

Este artículo permite descubrir el verdadero motivo detrás del nombre Black Friday, desde sus primeras apariciones históricas hasta su reinterpretación moderna. A través de sus transformaciones, este término refleja cómo la sociedad ha cambiado su forma de consumir, de percibir el comercio y de dar sentido a los días festivos.
El primer uso del término «Black Friday»
El primer registro conocido del término “Black Friday” no tiene nada que ver con las compras ni con los descuentos, ya que apareció en Estados Unidos en 1869, en referencia a una grave crisis financiera. Ese día, dos especuladores de oro de Wall Street, Jay Gould y James Fisk, intentaron manipular el mercado del oro para obtener beneficios personales. La operación salió mal y provocó un colapso económico, lo que hizo que el precio del oro se desplomara, el mercado bursátil se hundiera y muchas personas perdieran sus fortunas. La prensa de la época bautizó aquel suceso como “Viernes Negro”, un día marcado por el pánico y la ruina.
Durante varias décadas, el término se utilizó ocasionalmente para describir situaciones trágicas o caóticas. En general, en inglés la palabra “black” asociada a un día de la semana tenía connotaciones negativas, como “Black Monday” o “Black Tuesday”, utilizados para referirse a otras crisis o accidentes. No fue hasta mediados del siglo XX cuando el “Black Friday” comenzó a adquirir un significado completamente distinto, ligado al comercio y la economía doméstica.
Este cambio de sentido se gestó en la ciudad de Filadelfia en la década de 1960, cuando la policía local empezó a usar el término para describir el caos que se formaba el día después de Acción de Gracias. Las calles se llenaban de coches, los centros comerciales colapsaban y los agentes debían trabajar jornadas maratonianas. De esta manera, “Black Friday” se convirtió en una expresión coloquial para referirse al tráfico, al estrés y al desorden que marcaban ese día.
De Filadelfia al resto del mundo – el caos que se volvió tradición

El Black Friday moderno comenzó a tomar forma en Filadelfia, donde la prensa local adoptó el término que la policía usaba con tono crítico. Los periódicos describían escenas caóticas en las calles llenas de coches, peatones y compradores ansiosos por aprovechar los descuentos previos a la temporada navideña. Los comerciantes, al principio, rechazaban el nombre por su connotación negativa, ya que “negro” se asociaba con pérdidas o desgracias. Sin embargo, el fenómeno fue creciendo y el término se consolidó por su poder descriptivo.
A mediados de los años 70, el Black Friday ya era parte del vocabulario popular, y el comercio encontró la manera de darle un giro positivo. Los empresarios comenzaron a reinterpretar el término, afirmando que ese día marcaba el momento en que sus cuentas pasaban de estar “en rojo” (pérdidas) a “en negro” (beneficios). Aunque esta explicación fue inventada como estrategia de marketing, logró cambiar la percepción pública del Black Friday.
Con el tiempo, la tradición se extendió más allá de Filadelfia, llegando primero a otras ciudades estadounidenses y luego al resto del mundo. Además, con la globalización y la expansión del comercio electrónico, el Black Friday se convirtió en una fecha universal del consumo, un evento esperado tanto por tiendas como por consumidores.
El giro comercial – del negro al dorado

El salto del Black Friday de evento local a fenómeno internacional se produjo en la década de los 80, cuando las grandes cadenas comerciales estadounidenses decidieron adoptar la fecha oficialmente como el inicio de la temporada de compras navideñas. Tiendas emblemáticas como Macy’s o Walmart comenzaron a lanzar campañas masivas de descuentos, atrayendo a multitudes que esperaban desde la madrugada para aprovechar las mejores ofertas. Lo que en sus orígenes era un término negativo se transformó en sinónimo de oportunidades, éxito y dinamismo económico.
El cambio fue tan profundo que, en poco tiempo, el Black Friday se convirtió en una especie de fiesta del consumo, un día en el que las personas competían por conseguir los mejores precios en productos electrónicos, ropa o juguetes. Los medios de comunicación y las marcas potenciaron el fenómeno hasta convertirlo en parte del calendario cultural de Estados Unidos, y con la llegada de internet y el auge del comercio online, el evento cruzó fronteras y se instaló en países de Europa, América Latina y Asia.
Hoy, el Black Friday representa una mezcla entre tradición y estrategia de marketing. Las marcas aprovechan el simbolismo del día para reforzar su identidad y aumentar sus ventas, mientras los consumidores lo esperan como un momento de ahorro y emoción. El antiguo “viernes negro” se ha teñido de dorado y luminoso, símbolo del consumo contemporáneo y de la influencia cultural estadounidense.






