Calasparra es una localidad que sorprende por su riqueza cultural, natural y gastronómica, ubicándose en el noroeste de la Región de Murcia. Aunque es conocida por ser un lugar para comer arroz en Calasparra, un arroz con Denominación de Origen, esta villa encierra numerosos secretos que cautivan a quienes la visitan. La localidad, alejada del bullicio turístico de la costa, ofrece un ambiente tranquilo, perfecto para quienes buscan desconexión, autenticidad y paisajes diferentes dentro del sureste peninsular.

Calasparra combina historia, devoción y naturaleza, con cuevas prehistóricas, santuarios excavados en roca, cañones formados por el río Segura, etc. A diferencia de otras zonas rurales, este municipio ha sabido mantener su identidad, fomentando un turismo responsable y centrado en el patrimonio local. Las fiestas tradicionales, las rutas culturales y los productos autóctonos son parte esencial de su atractivo. A continuación, vamos a ver cuatro curiosidades que hacen de Calasparra un lugar diferente.

Un arroz con historia- Primera Denominación de Origen para arroz en Europa

Una de las curiosidades más destacadas de Calasparra es que fue la primera localidad europea en obtener una Denominación de Origen para el arroz, allá por 1986. Este reconocimiento no es casualidad, ya que el cultivo de arroz en la zona se remonta al siglo XVII. La combinación de agua abundante y limpia, altitud y técnicas tradicionales hacen que su calidad sea inigualable, con un grano que no se pasa fácilmente y absorbe como pocos los sabores del caldo.

Lo que pocos saben es que este arroz crece en terrazas de regadío en plena montaña, entre parajes naturales que parecen más propios de Galicia que del sureste español. Estas condiciones únicas dificultan la producción industrial a gran escala, pero garantizan una calidad excepcional. Además, el arroz de Calasparra tiene ciclos de maduración más largos que los de otras regiones, lo que repercute directamente en su textura y sabor.

El Santuario de la Virgen de la Esperanza – Un templo tallado en roca

Una de las joyas espirituales y arquitectónicas de Calasparra es el Santuario de la Virgen de la Esperanza, un espacio de culto construido directamente en la roca junto al río Segura. Lo más llamativo es su localización, que se sitúa en una cueva acondicionada como iglesia, rodeada de vegetación y con vistas al río, lo que le otorga un ambiente mágico, íntimo y profundamente simbólico. Este santuario es un destino habitual de peregrinación, no solo en la región, sino también para visitantes de toda España.

La historia de este lugar está envuelta en leyendas. Se dice que la imagen de la Virgen apareció en una cavidad natural, lo que motivó la transformación del espacio en un templo. La devoción fue creciendo con los siglos, y hoy en día el lugar acoge miles de visitas anuales. En septiembre, durante las fiestas patronales, se celebra una romería multitudinaria en su honor, donde la fe se mezcla con la tradición festiva.

La Cueva del Puerto – Un mundo subterráneo de misterio

La cueva del Puerto, situada a más de 600 metros de altitud sobre el nivel del mar, es una de las cavidades más espectaculares de la Región de Murcia. Se extiende por más de 14 kilómetros, aunque solo una parte está habilitada para visitas turísticas. Lo curioso es que muchas personas desconocen que esta maravilla geológica se encuentra justo bajo la sierra del Puerto, en el municipio de Calasparra. Su acceso está completamente acondicionado, lo que la convierte en una opción perfecta para todo tipo de visitantes.

La visita guiada a la cueva permite admirar impresionantes estalactitas, estalagmitas, columnas naturales y formaciones calcáreas que han tardado miles de años en formarse. La iluminación tenue y el silencio subterráneo crean un ambiente mágico, casi irreal. Por ello, es una oportunidad para aprender sobre geología, procesos naturales y biodiversidad en un entorno sorprendente.

Un municipio con su propia estación ferroviaria centenaria

Una curiosidad que pasa desapercibida para muchos es que Calasparra cuenta con una estación de tren construida en el siglo XIX, que en su momento fue un importante nudo ferroviario del noroeste murciano. La línea Chinchilla-Cartagena, inaugurada en 1865, conectaba el interior de España con la costa mediterránea, y Calasparra jugó un papel relevante como punto de paso de mercancías y viajeros. La estación estuvo operativa hasta 2019.

Este edificio ferroviario, con su estilo clásico y detalles en forja y ladrillo visto, es testigo del paso del tiempo y de la evolución del transporte en la región. En su época de esplendor, el bullicio de viajeros y mercancías llenaba los andenes, especialmente durante las temporadas de cosecha. Hoy, se ha convertido en un símbolo nostálgico de la conexión entre Calasparra con el resto del país.