El frizz es ese efecto esponjado, desordenado y con volumen no deseado que aparece en el cabello cuando menos se espera. Muchas personas lo experimentan a diario, especialmente quienes tienen el pelo ondulado, rizado o muy fino. Aunque es común pensar que el frizz es simplemente un problema estético, en realidad es una señal de que el cabello está buscando humedad del ambiente para compensar su propia deshidratación.

Cuando el pelo está seco o dañado, la cutícula capilar, la capa externa del cabello, se abre, permitiendo que la humedad entre y lo desestabilice. Esto hace que los mechones se levanten y pierdan su forma natural, generando ese aspecto encrespado que muchas veces resulta difícil de controlar. Sin embargo, aunque parezca un problema sin solución, conocer su origen es el primer paso para aprender a manejarlo y quitar frizz.

A lo largo de este artículo, exploraremos por qué aparece, qué factores lo intensifican y cómo se puede reducir para que el pelo se vea más suave, brillante y saludable, sin importar el tipo de cabello.

¿Por qué aparece el frizz? Causas comunes que debes conocer

La causa más común del frizz es la falta de hidratación en el cabello. Cuando el pelo está seco, tiende a absorber la humedad del aire, lo que provoca que la fibra capilar se hinche y se altere su estructura. Esto ocurre con mayor frecuencia en climas húmedos, aunque también puede pasar en zonas secas si el cabello está deshidratado o dañado por tratamientos químicos, planchas o secadores.

Otro factor importante es el daño estructural en la cutícula. La cutícula está formada por pequeñas escamas que, cuando están alineadas, reflejan la luz y mantienen la humedad dentro del cabello. Sin embargo, cuando estas escamas están levantadas o rotas, el cabello pierde hidratación y se vuelve más poroso. Esta porosidad facilita que el cabello reaccione al entorno y se encrespe con facilidad, incluso después del lavado o el peinado.

Además del clima y el daño físico, hay hábitos diarios que contribuyen al frizz sin que nos demos cuentas. Usar toallas ásperas para secar el pelo, frotarlo en exceso, peinarlo en seco o no usar acondicionador regularmente pueden empeorar la situación. Incluso lavar el cabello con productos que contienen sulfatos puede resecarlo más de lo necesario. Por eso, el frizz no es solo una cuestión de “mala suerte”, sino el resultado de múltiples factores que pueden prevenirse con una rutina de cuidado capilar más consciente.

¿Quiénes sufren más de frizz? Tipos de cabello y sus diferencias

Aunque todos los tipos de cabello pueden experimentar frizz, algunos son más propensos que otros. El cabello rizado y ondulado, por ejemplo, tiene una estructura más abierta que permite que la humedad penetre con facilidad. Además, este tipo de pelo suele ser más seco de forma natural, lo que lo convierte en el candidato perfecto para el frizz si no se cuida adecuadamente con productos hidratantes y técnicas específicas de peinado.

El cabello fino también puede sufrir frizz, especialmente si ha sido tratado con calor o químicos. Aunque se vea liso a simple vista, el cabello fino tiene menos capas de cutícula y se daña más fácilmente. Esto provoca que la fibra capilar pierda su forma original, se levante y genere ese aspecto despeinado. Por otro lado, el cabello grueso o voluminoso puede tener frizz en la superficie, lo que da una sensación de desorden incluso si está bien hidratado en las capas internas.

En cualquier caso, es importante entender que no existe un único tipo de frizz. Algunas personas lo experimentan como pequeños pelitos que se levantan en la parte superior de la cabeza, mientras que otras lo ven en toda la melena, especialmente al final del día. Por eso, conocer cada tipo de cabello es clave para adaptar los productos y técnicas que se usarán. Cada textura necesita un enfoque diferente, pero todas pueden beneficiarse de una rutina constante que priorice la hidratación, el sellado de la cutícula y la protección contra la humedad.

¿Cómo prevenir y reducir el frizz? Consejos para el día a día

El primer paso para reducir el frizz es mantener una rutina de hidratación constante. Para ello, se debe utilizar champús y acondicionadores sin sulfatos, aplicando mascarillas o tratamientos nutritivos al menos una vez por semana. El cabello hidratado tiene la cutícula cerrada, lo que impide que la humedad del aire altere su forma. También se pueden incorporar aceites naturales como el de argán o coco, que ayudan a sellar la fibra capilar y darle un aspecto más suave.

El secado del cabello es otro punto clave, ya que, en lugar de frotar con una toalla tradicional, lo mejor es usar una toalla de microfibra o una camiseta de algodón para absorber el agua sin generar fricción. Si se usa secador, hay que procurar hacerlo con aire frío o templado, y, siempre con un protector térmico. De igual modo, peinar el cabello cuando está húmedo, usando peines de púas anchas, también reduce el riesgo de quiebre y encrespamiento.

Por otro lado, cada vez es más habitual proteger el cabello del ambiente. Los productos antifrizz, las cremas para peinar o los sprays selladores ayudan a mantener la forma del cabello durante todo el día. En días húmedos o lluviosos, se puede optar por recogidos o peinados que minimicen el frizz. Lo importante es entender que el frizz no se elimina del todo, pero sí se puede controlar con constancia, buenos hábitos y los productos adecuados para cada tipo de pelo.